Los comerciantes y expendedores de
servicios que operan en la zona fronteriza del estado Táchira, constituyen el
verdadero motor de la economía regional y, como tal, deberían ser estimulados
en su esfuerzo, como resguardados de las acciones adversas que se generan en el
sitio, fundamentalmente por las deficiencias funcionales del propio Estado
venezolano.
El Consejo Nacional del Comercio y
los Servicios (Consecomercio), además de respaldar institucionalmente a sus
Cámaras afiliadas que operan allí, como a los hombres y mujeres tachirenses que
insisten en mantener abiertos sus modestos negocios para beneficio de los
consumidores y de la economía venezolana en general, insta a las autoridades a
buscar soluciones de fondo y a evitar mayores complicaciones.
El máximo organismo gremial sectorial
cree en la diplomacia como recurso oportuno e ideal para superar diferencias
fronterizas del tipo que existen hoy entre Venezuela y Colombia, además de
aquellas que se producen cuando la ausencia de voluntad política imposibilita
actuar a la velocidad que imponen las propias necesidades de solución.
Y es por eso por lo que no duda que
en esta ocasión, como ya ha sucedido en otras oportunidades, una vez más los
gobiernos asumirán que las soluciones siempre se traducen en beneficio de los
habitantes de las fronteras, por lo que seguirán actuando hasta llegar a ellas
finalmente. Es lo que esperan quienes tienen derecho a vivir en un ambiente de
paz, de armonía, de hermandad y entendimiento para el trabajo y la convivencia
en un ambiente ideal para el bienestar social.
Consecomercio ratifica lo que ha
expuesto públicamente en otras ocasiones, a propósito de las decisiones
gubernamentales venezolanas relacionadas con las zonas que hoy están sujetas a
condiciones excepcionales. Es decir, respeta institucionalmente el
procedimiento.
Sin embargo, considera que el Estado también
tiene que valorar la importancia que tiene la participación de los empresarios
locales, de las Cámaras de Comercio y Producción de la zona, de los trabajadores y de la propia comunidad
tachirense para estructurar soluciones de fondo capaces de impedir que se
repitan los problemas del presente. Gran parte de los cuales, por cierto, están
asociados a políticas macroeconómicas vigentes en territorio venezolano.
Con dichas soluciones, adicionalmente,
desaparecería la situación de incertidumbre al que se han visto sometidos los
comerciantes de los demás estados fronterizos que se han mencionado ante una
eventual extensión de las medidas de excepción. Ellos hoy no saben a qué
atenerse en la normalización de sus
relaciones de despacho y recepción de mercancías en sus zonas de trabajo.
De igual manera, a nivel familiar, en
el caso del Táchira los padres y representantes de niños y jóvenes estudiantes,
superarían su actual estado de desasosiego, y que es provocado al no saber qué
hacer en cuanto al envío o no de sus muchachos al otro lado de la frontera.
Nadie quiere repetir experiencias acerca de cómo recuperar a sus hijos cuando
se producen decisiones dirigidas a “cerrar” la frontera.
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