Por Miguel Ángel Santos
El petróleo venezolano
continúa cayendo y el gobierno sigue sin darse por enterado. Siguen anunciando
que anunciarán algo pronto. Antes de la accidentada gira de Maduro, proclamando
nuestra soberanía mientras mendigaba préstamos en un avión de Cubana de
Aviación, la estrategia era en alguna medida entendible. Levantar lo posible y
ajustar en la medida de la colecta. Pero he aquí que la delegación ha vuelto
con las manos vacías. Empieza ahora una nueva ronda de consultas, están
llamando gente de aquí y de allá; acaso más de allá, porque los de aquí hace
rato que lanzaron la toalla.
¿Qué tan grave es la
crisis que se avecina? Acaso baste con decir que el país ese de las colas para
la comida, el país de las golpizas por champú, jabón y toallas sanitarias, ese
que uno se encuentra todos los días en todos los rincones de Venezuela, es el
país del petróleo a ochenta dólares por barril. Venezuela, es de todos
conocido, vende el petróleo a noventa días. De manera que hoy está cobrando de
acuerdo con los precios de octubre. A partir de abril empezaremos a tener una
caja acorde con cuarenta dólares por barril. Ese, el de abril, será otro país.
Esa atribulada cotidianidad de la que hemos sido testigos en estos últimos
meses será considerada por Conatel horario infantil en comparación con lo que
se viene. Con decir eso basta. Aún así, veamos algunos números.
De acuerdo con los
volúmenes que Venezuela efectivamente produce, exporta y cobra, a cuarenta y
cinco dólares por barril (mientras escribo el petróleo venezolano ha caído por
debajo de cuarenta) recibiríamos unos 28.500 millones de dólares. Nuestras
importaciones de los últimos cuatro trimestres, de esos últimos doce meses en los
que se disparó la escasez y el desabastecimiento, han totalizado 45.460
millones de dólares. Aún asumiendo que durante el último trimestre de 2014
(todavía no reportado) la caída sea de 19% (lo ocurrido en los primeros tres),
las importaciones totales serían de unos 42.000 millones de dólares.
De igual
forma, nuestra balanza de servicios, esa que registra los intereses del pago de
la deuda externa y los pagos a contratistas petroleros privados (algunos de los
cuales son venezolanos pero cobran en dólares, vaya usted a saber) y fletes,
cerró en negativo unos 16.000 millones de dólares. Agréguele a eso 5.700
millones de dólares en amortización de principal de deuda.
Es decir, que el país en
el que hemos vivido durante los últimos doce meses, ese vía crucis sin calvario
ni fin, viene consumiendo a ritmo de 67.000 millones de dólares anuales. Ese es
el mismo país que ahora va a recibir, bajo el supuesto de que nuestro petróleo
promedie cuarenta y cinco dólares por barril, unos 28.500 millones de dólares.
Esa es la magnitud de la catástrofe que se avecina.
¿Qué opciones tiene el
gobierno? Por el lado de la oferta, ninguna. Ya es demasiado tarde para que se
reinvente la revolución, han pasado muchos años de expropiaciones, insultos,
desplantes y amenazas como para que ahora sean capaces de atraer a ese sector
privado que fueron desmantelando de a poco y que podría eventualmente empezar a
producir y sustituir algunas de nuestras importaciones. En cualquier caso, no
parecen tener ninguna intención.
Maduro ha vuelto de la gira mundial
presentándose como una víctima de los Estados Unidos, denunciando un complot
internacional, y exigiendo sacrificios en nombre de la revolución. No tiene
nada que ofrecer. Arreaza se pasea en estos días por Venezuela decomisando
inventarios, amenazando propietarios, y ofreciéndole a los trabajadores que “la
revolución garantiza los sueldos y puestos de trabajo”. En las reuniones
privadas con el sector privado prolifera la amenaza y la cháchara ideológica,
la grosería, la basura una y otra vez reciclada del ideario marxista. El rumbo
no va a cambiar. Ni tienen cómo, ni saben, ni quieren, ni pueden.
¿Financiamiento? Difícil.
Durante la primera parada, China les ha mostrado una radiografía de los activos
públicos que el gobierno le pretendía ofrecer: Caídas en la producción, cuellos
de botella en la cadena de suministros, imposibilidad de exportar dadas las
distorsiones del entorno cambiario, sindicatos chavistas alebrestados por la
revolución que promueven la ausencia laboral; en fin, una verdadera marea
de números rojos. Los chinos, que no tienen un pelo de tontos, se han resistido
a la idea del enclave y le han exigido al gobierno que esas mismas condiciones
que les fueron a ofrecer a ellos las hicieran extensivas al resto de la
economía. Es decir, les vinieron a pedir que desmantelaran el sistema de
privilegios que precariamente sostiene a la revolución, algo así como serruchar
el suelo en donde están parados.
Los mercados
internacionales están prácticamente cerrados para Venezuela, con nuestra prima
de riesgo por encima de 30%. Algunos analistas han resaltado que ya Venezuela
se cotiza por debajo de los valores de recuperación en caso de bancarrota. ¿Y
de dónde sacan esos valores de recuperación? De las bancarrotas de otros
países. Habrá que ver. La nuestra no tiene por qué ser como la de ellos; muy
probablemente será distinta y en la dirección equivocada.
Ya se ha hecho tarde para
no ceder a las tentaciones del oro, más asequibles que otras pero sin duda
mucho más penosas desde el punto de vista comunicacional. Emitir deuda
respaldada en oro o venderlo de una exigirá sacarlo de las bóvedas del Banco
Central. Una operación cuando menos difícil, luego del alarde de soberanía que
hiciera Chávez cuando decidió traerlas de Londres. Llegados aquí, no hay
salida. Es entre ahogarse de una forma o de otra, entre infierno uno (el
ajuste) o el infierno dos (la corrida de la arruga). Porque correr la arruga
también tiene su costo, o se recorta el gasto en una enorme proporción o se
imprime dinero a mansalva para financiarlo y se engendra una hiperinflación.
Con ese panorama, al
gobierno no le quedará otra que extender el sistema de privilegios,
CENCOEX-CADIVI, SICAD I y SICAD II, pero elevar las tasas de forma exponencial.
Tómese en cuenta que le devaluación impacta la recaudación fiscal sólo por el
monto de dólares que el gobierno le vende al sector privado (lo demás son
transferencias intergubernamentales, mera impresión de dinero). El problema
está en que este año habrá muchísimos menos dólares, si se desea incrementar la
recaudación fiscal habría que modificar el sistemas de tasas múltiples en
varios cientos por ciento. Es eso lo que viene, saqueos “institucionalizados”
(orquestados por el gobierno), la intensificación de la retórica chavista a la
potencia ene, todo por tratar de ganar algo de tiempo con un escándalo aquí y
otro allá. Dentro de este contexto no se descarta el default, sobretodo si a
finales de octubre los precios del petróleo no muestran signos de recuperación
y se nos vienen encima unos 11.000 millones de dólares de servicio de deuda
entre intereses y principal. Ellos ya decidieron meter el acelerador ante el
abismo, la teoría económica de Thelma y Louise.
Extracto de la novela "La casa
de los espíritus" de Isabel Allende, escrita en el año 1982.........
"El pueblo se encontró por primera vez con suficiente dinero para cubrir
sus necesidades básicas y comprar algunas cosas que siempre deseó, pero no
podía hacerlo, porque los almacenes estaban casi vacíos. Había comenzado el
desabastecimiento, que llegó a ser una pesadilla colectiva. Las mujeres se
levantaban al amanecer para pararse en las interminables colas donde podían
adquirir un escuálido pollo, media docena de pañales o papel higiénico. El
betún para lustrar zapatos, las agujas y el café pasaron a ser artículos de
lujo que se regalaban envueltos en papel de fantasía para los cumpleaños.
Se
produjo la angustia de la escasez, el país estaba sacudido por oleadas de
rumores contradictorios que alertaban a la población sobre los productos que
iban a faltar y la gente compraba lo que hubiera, sin medida, para prevenir el
futuro. Se paraban en las colas sin saber lo que se estaba vendiendo, sólo para
no dejar pasar la oportunidad de comprar algo, aunque no lo necesitaran.
Surgieron profesionales de las colas, que por una suma razonable guardaban el
puesto a otros, los vendedores de golosinas que aprovechaban el tumulto para
colocar sus chucherías y los que alquilaban mantas para las largas colas
nocturnas. Se desató el mercado negro. La policía trató de impedirlo, pero era
como una peste que se metía por todos lados y por mucho que revisaran los
carros y detuvieran a los que portaban bultos sospechosos no lo podían evitar.
Hasta los niños traficaban en los patios de las escuelas. En la premura por
acaparar productos, se producían confusiones y los que nunca habían fumado
terminaban pagando cualquier precio por una cajetilla de cigarros, y los que no
tenían niños se peleaban por un tarro de alimento de lactantes "...
Y entonces.... Vino el golpe de derecha de Pinochet en 1973 hasta el 90 y
Allende "se suicidó".....
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