El Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio) insta a
las autoridades a escuchar a los consumidores de todo el país, que insisten en
reclamar el funcionamiento de más y mejores establecimientos comerciales en los
lugares donde sea posible, y un abastecimiento que les garantice que los
últimos días del 2014 nos los dedicará a hacer más “colas” para llevarse
cualquier producto a sus hogares.
Consecomercio está adelantando los preparativos para la celebración del
Día del Comercio y los Servicios 2014, el 27 de noviembre en el Hotel
Eurobuilding de Puerto 0rdaz. En ocasión de su organización, en los últimos
meses sus máximos dirigentes han recorrido diversos estados del país, para
garantizar la presencia en el evento de la mayor cantidad posible de los
dirigentes de todas sus cámaras y asociaciones mixtas de comercio y producción
afiliadas. Tales encuentros han permitido recoger importantes opiniones del
máximo interés nacional:
·
El comercio formal,
una vez más, está hoy a merced de procesos fiscalizadores, en muchos casos sancionatorios
e intimidatorios, similares a los que vivió durante los últimos sesenta días
del año pasado, cuando las autoridades decidieron una reducción unilateral de los precios de productos importados y de
fabricación nacional. Dicho procedimiento se tradujo, además, en una serie de
injustos enjuiciamientos a comerciantes tradicionales y que trabajan ajustados
a derecho, como en la desaparición de inventarios, el cierre de establecimientos
comerciales, la generación de desempleo y el incremento de la informalización
sectorial. Nada de eso se ha podido superar a la fecha.
·
El comercio formal
ha funcionado durante los diez meses del 2014 condicionado por una severa
reducción de la producción nacional, las limitaciones que han tenido los
importadores para adquirir bienes en los mercados internacionales como
consecuencia de deudas no honradas, y la severa restricción impuesta por el
Centro Nacional de Comercio Exterior para adquirir las divisas necesarias para
hacer nuevas compras. Adicionalmente, la vigencia de tres tipos de cambio se ha
convertido en la negación del orden y la disciplina gerencial, como en la peor
excusa para la perversión de los precios y el maltrato a la capacidad de compra
de las familias venezolanas.
·
El comercio formal,
como el resto de las actividades productivas organizadas del país, están a
punto de cerrar el año esperando que el Gobierno Nacional convierta en
decisiones, sus ofrecidas estrategias relacionadas con la urgencia de enfrentar
los desajustes macroeconómicos que imposibilitan el funcionamiento eficiente de
la administración pública, como el desempeño productivo y competitivo de la
empresa privada. Las expectativas y la incertidumbre imposibilitan un trabajo
que les garantice paz y tranquilidad a 30 millones de venezolanos.
·
Las decisiones
coyunturales dirigidas a atacar al contrabando, el acaparamiento y la
especulación, mientras se ignora la urgencia de derrotar las causas de la
inflación, no pueden convertirse en el único recurso presuntamente funcional para
transmitir la sensación de un pleno abastecimiento y la superación de la
escasez en diversos rubros de consumo masivo.
·
Es necesario producir
más y mejor, importar cuando sea necesario y evitar que los controles de cambio y de
precios continúen absorbiendo el esfuerzo gubernamental, cuya mayor dedicación
debería estar centrada en propiciar alianzas financieras, productivas,
comerciales, como en lograr que el aporte laboral se distinga por su porte a la
producción y a la competitividad. La necesaria conjunción público-privada debe
darse en nuestro país, y garantizar el progreso real para todos los
venezolanos.
·
Las restricciones
al comercio informal mediante la prohibición de vender 42 bienes de consumo
familiar no harán mella alguna en las causas de la inflación, ni del desabastecimiento;
quizás, sí, en el seno de miles de hogares venezolanos cuyo sustento familiar
depende de ese tipo de trabajo al margen de la norma. Esa informalización
comercial no es sino consecuencia del desempleo, de la desaparición de fuentes
formales de trabajo, de la ausencia de oportunidades para venezolanos en
capacidad productiva, las trabas para abrir cualquier tipo de empresa en
Venezuela, y el divorcio a nivel municipal entre dicha instancia y la vocación
productiva ciudadana.
·
El Gobierno debe
racionalizar el desempeño público, hacerlo realmente eficiente mediante la
limitación de la inmensa cantidad de trabas burocráticas que debe cumplir la
ciudadanía para formalizar su relación con el Estado. A menores trabas, menos
desempleo, menos comerciantes informales, más pequeñas empresas generadoras de
empleos y más contribuyentes, menos empobrecimiento y más bienestar.
·
El comercio formal
venezolano se ha visto obligado este año a asumir serios aumentos en las
tarifas de la mayoría de los servicios públicos que presta el Estado y el área
municipal. En los casos de la electricidad, el agua potable y el aseo urbano,
han terminado convirtiéndose en verdaderos costos parafiscales por su mala
calidad, generación de pérdidas en los establecimientos e imposibilidad de
resarcir el daño provocado.
La celebración del Día Nacional del Comercio y los
Servicios el 27 de noviembre en Puerto 0rdaz, servirá para el encuentro de la
dirigencia sectorial interesada en debatir sobre cada uno de esos casos. Y lo
hará con base en la participación de expertos en cada uno de los temas
expuestos. Esperan definir opiniones coincidentes sobre lo que, sectorialmente,
se debe hacer para que los consumidores no se vean obligados a repetir las
experiencias del 2014, en cuanto a tener que hacer “colas” de todo tipo y en
todas partes para adquirir un bien que deban llevar a sus hogares.
Consecomercio, como lo ha expuesto sistemáticamente, ratifica
su convicción de que si las autoridades, los empresarios, los trabajadores y
los propios consumidores acuerdan acciones conjuntas, será viable producir más,
agilizar las importaciones, llenar los anaqueles y crear un necesario clima de
confianza y de sosiego, en contraposición con la actual situación de
incertidumbre.
El comerciante formal siempre ha estado dispuesto a
formar parte de ese esfuerzo conjunto y compartido, como a aceptar las
fiscalizaciones que deba hacer el Estado cuando así lo decida. Pero también
demanda el trato que consagran las normas, y el necesario desempeño respetuoso
que cada servidor público le debe dispensar a la ciudadanía en general. A
partir de la calidad de dicha relación, siempre será posible que los
establecimientos comerciales puedan cumplir con su responsabilidad social de
satisfacer necesidades de bienes y servicios, de multiplicarse en número y
posibilidades expansivas, que es lo que hoy reclaman los consumidores en el país.
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