Para el próximo año está prevista una disminución en los ingresos de
Venezuela por concepto de exportaciones petroleras, cercana a los 11 mil o 12
mil millones de dólares. Es evidente que una reducción de esa magnitud afectará
la disponibilidad de divisas para las importaciones, situación que afectará más
al sector privado de la economía como ha venido ocurriendo en el ejercicio
actual “donde la caída en las asignaciones a las empresas tuvo una reducción
alrededor de 20% con respecto a 2013, que a su vez tuvo una caída en ese mismo
orden con relación a 2012”.
Así lo señaló el presidente de la Confederación Venezolana de
Industriales, Eduardo Garmendia durante su intervención en el evento Perspectivas Conindustria 2015. Apuntó que,
de acuerdo con estas cifras, las importaciones de materias primas e insumos
para el sector industrial se reducirán y, por consiguiente, resulta obvio
predecir que se verá disminuido el volumen que seremos capaces de producir, de
manera tal que “estamos en presencia de una recesión en el sector industrial”.
Reiteró que, de forma responsable, Conindustria ha alertado al país
acerca de las crecientes dificultades para alcanzar niveles de producción que
satisfagan la demanda e impidan agudizar aun más la actual crisis de
abastecimiento que caracteriza a la Venezuela de hoy.
“Lo hemos dicho y esta tarde lo ratificamos: los venezolanos padecemos
una escasez que tiende a agravarse…La industria está produciendo al máximo de
lo que nos permiten las circunstancias actuales y, ha quedado comprobado, ello
no es suficiente. La industria nacional está atravesando las mismas
dificultades que el resto de los venezolanos. Al igual que los consumidores,
los industriales venezolanos nos hemos visto impactados por la inflación,
porque los costos aumentan mes a mes”.
Igualmente, las fábricas soportan fallas en el suministro del servicio
eléctrico y del gas, el deterioro en la vialidad y en la infraestructura
portuaria, inseguridad, y como si fuera poco, se han creado nuevos instrumentos
legales que generan mayor incertidumbre e impiden trabajar con confianza.
Y toda esto se ve reflejado en las cifras de la encuesta de coyuntura
industrial del tercer trimestre del año. En esta oportunidad, 53% de los
consultados califica la situación como mala o muy mala y 90% dice que la
expectativa para el último lapso del 2014 se ubica en los renglones de regular
a mala; 67% reporta una disminución en la producción y 79% señala caída de sus
inventarios. Por esas razones, 45% de los industriales aseguró que no invertirá
el próximo año. La capacidad utilizada actual es 48,86% en comparación con
52,37% del mismo trimestre del 2013.
Basándose en esta realidad, Garmendia afirmó que se observa un sostenido
desmantelamiento de los mecanismos de mercado y del sistema de formación y
ejecución de contratos dentro de la sociedad venezolana. “Se insiste y se
pretende sustituir el reconocimiento, la participación y la toma de decisiones
individuales por pseudo esquemas de planificación centralizada”.
Eso implica, señaló, que los industriales venezolanos han sido
desprovistos progresivamente de la capacidad de tomar decisiones oportunas y
pertinentes. “Se pretende así que controles sustituyan a la innovación y los
incentivos para hacer las cosas mejor, para lograr crecimiento, modernidad.
Tenemos a la mano varias pruebas de lo que se desprende de tal arreglo. Uno es
que los mercados formales, con calidad y variedad, pierden terreno frente a la
expansión de mercados negros y de informalidad, los cuales irremediablemente
comienzan y terminan por destruir la disponibilidad real de bienes para los
consumidores”.
Otra de las evidencias es la diáspora de talentos que se observa a
diario en los diversos ámbitos de trabajo productivo. Y más grave aún es la
disolución de las redes producción, innovación y capacidad de absorción de
conocimiento y potencial productivo. “Frente a la desaparición de empresas y de
puestos de trabajo que son los espacios naturales donde se inserten los jóvenes
que se preparan en los centros de estudios, la respuesta ha sido una amenaza de
toma de centros de trabajo por parte del Estado”.
Ante todo esto, Conindustria insiste en su propuesta de la Visión
Venezuela 2025 que plantea una hoja de ruta para abordar un horizonte en el
cual las contracciones y limitaciones no sigan siendo obstáculo para
industrializar al país. “Industrializarse implica construir un marco
institucional para garantizar la propiedad privada y promover el funcionamiento
de los mercados”.
Garmendia concluyó afirmando que “si Venezuela no aprende a dejar los
dólares del petróleo fuera del esquema de redistribución y cambia su punto de
interés hacia la productividad y la competitividad, no podremos avanzar juntos
a los fines de minimizar las distorsiones de base monetaria que están presentes
en la economía y que se reflejan en la tasa del cambio”.
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