El Consejo Nacional del Comercio y
los Servicios (CONSECOMERCIO) no oculta su profunda preocupación por lo que ha
estado ocurriendo a nivel del sector terciario de la economía, sobre la
proliferación de empresas informales y la desaparición de alternativas para
promover nuevos empleos.
El criterio gremial sobre tales
hechos es el de que si esos casos son del conocimiento institucional, también
lo tienen que ser de las autoridades económicas del país. Y que hay que
prestarle atención, y, entre otras acciones, antes que estar ideando otras fórmulas
tributarias parafiscales, como la que aparece en el articulado del Proyecto de
Ley 0rgánico de Cultura, deben tomarse decisiones dirigidas a incentivar la
apertura de nuevas empresas.
CONSECOMERCIO coincide con las
opiniones que han esgrimido al respecto Fedecámaras y Conindustria, que han
dicho que no es posible disponer de una infraestructura productiva, comercial y
financiera en Venezuela con posibilidades realmente competitivas más allá de
las fronteras, si su funcionamiento está permanentemente sometido a
restricciones y tributos de todo tipo.
Las empresas privadas venezolanas que
son gerenciadas con acierto y logran resultados positivos para inversionistas,
accionistas, trabajadores y el fisco, paulatinamente, han venido siendo
convertidas en fuentes de financiamiento de erogaciones públicas, por la vía de
la fijación de tributos parafiscales, hasta concluir en un gran total de
impuestos que, individualmente, se identifican como 22 tipos de tributos.
Lo grave es que, en el caso de las
empresas que son capaces de producir ganancias, ya ese rendimiento lo tienen
comprometido con tributos e impuestos entre un 60 y un 75% del total, sin que de
tales pagos que pasan a engrosar los ingresos públicos, se conozca luego en qué
fueron empleados, cuál es su aplicación verdadera en los objetivos que
describen las leyes que justifican su constitución.
Para CONSECOMERCIO, el año 2013 se
perfila como un ejercicio fiscal sectorial contractivo, que amenaza seriamente
con comprometer la estabilidad y operatividad de muchas pequeñas empresas. Y
eso está relacionado con la obligación de haberse tenido que someter al
cumplimiento de la Ley
0rgánica del Trabajo, las Trabajadoras y los Trabajadores (LOTTT) en lo
relativo al nuevo sistema de horario de las jornadas laborales, la mala calidad
del servicio eléctrico, pero, además, con las consecuencias de la desaparición
del Sitme, la ineficiencia del Sicad y el tributarismo que se aplica, por
igual, desde el poder central, como desde las instancias municipales, además
del acoso al que es sometido permanentemente por las distintas instancias públicas.
Venezuela, sin duda alguna, dispone
de un espacio infinito para el desarrollo del emprendimiento particular. Pero su
aprovechamiento necesita de la promoción de condiciones e incentivos
superiores, inclusive, a los que hoy se están ofreciendo en países vecinos. En
el país, tiene que ser más fácil abrir una nueva empresa, que tomar la decisión
de cerrar una operativa y convertirla en una actividad informal.
Para CONSECOMERCIO, hacer empresa en
Venezuela es hoy casi un acto de valentía. Y esa situación tiene que revertirse
a la brevedad, porque el incremento de la producción primaria y manufacturera es
urgente, la modernización de la comercialización y la expedición de servicios
es una respuesta que se le debe ofrecer con prontitud a los consumidores, y al
sector financiero se le debe convertir en un aliado permanente de quienes
insisten en invertir y en incentivar la creación de nuevas fuentes dignas y
decentes de trabajo y empresas productivas.
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