CÁMARA DE COMERCIO, INDUSTRIA Y SERVICIOS DE CARACAS SE PRONUNCIA ANTE LOS SAQUEOS OCURRIDOS EN CUMANÁ Y OTRAS REGIONES DEL PAÍS
1. No hay saqueo que sea bueno, o que produzca buenas consecuencias. El que una poblada
proceda por la vía de los hechos contra la propiedad privada, produzca
destrozos y provoque la convulsión social y el miedo colectivo son solamente
indicadores de descomposición política y económica que aceleran la ruina del
país y dificultan aún más la instrumentación de soluciones estables.
2. El saqueo siempre es destructivo. Lo primero que afecta es la confianza social que es
indispensable para que haya comercio, industria y servicios que abastezcan al
país, generen empleos de calidad y contribuyan a la prosperidad de los
ciudadanos. Cuando se saquea una empresa -comercio, industria o servicio- no
solamente se roban bienes, también se destruyen empleos, transformando la
relación social en una que provoca pobreza en lugar de oportunidades de
riqueza. Se destruyen años de trabajos de generaciones
que, con empeño y dedicación, han alzado familias enteras. Lleva años levantar
nuevamente la red de empresas y logística de distribución una vez que estas son
destruidas. Por lo tanto, ni siquiera en circunstancias extremas, el usar la
violencia expoliadora va a mejorar la posición individual de los que lo hacen,
y por supuesto tampoco va a contribuir a que recuperemos a las ciudades como el
espacio vital para construir paz, justicia y prosperidad.
3. El saqueo es un llamado de atención. Los ciudadanos venezolanos tienen sobradas razones
para vivir la desesperanza y padecer las terribles condiciones de la
sobrevivencia. Cuando las políticas públicas no producen resultados y cuando
los líderes del país se niegan a una sana rectificación, la desesperanza
rápidamente cede el paso a la desesperación del “sálvese quien pueda”. Pero la
movilización destructiva solo nos convierte en perdedores a los que ya estamos
en esa condición, dándole oportunidades a los responsables de que escondan su
responsabilidad invocando la emergencia y la necesidad de restaurar el orden
social. Con los saqueos solo se incrementará la represión y la subordinación de
los derechos humanos a la “razón de estado”.
4. La Cámara de Caracas ha insistido muchas veces en la necesidad de construir
nuevos consensos fundados en una nueva política económica que permita la productividad,
respete los derechos de propiedad, fomente el libre mercado, exija la ética en
los negocios y estimule el ánimo emprendedor del venezolano. Hemos dicho que
los nuevos consensos tienen que ser útiles para eliminar todos los obstáculos
que ahora provocan inflación y escasez.
Cinco
son los aspectos esenciales que hay que lograr con sentido de urgencia: Primero que todo hay que restaurar la
seguridad ciudadana y el libre tránsito de bienes y mercancías, ahora mismo
asoladas por la delincuencia y los asaltos constantes a las redes logísticas de
distribución. Segundo, eliminar la
ley de ilícitos cambiarios, unificar el tipo de cambio, liberalizar el régimen
de control cambiario, permitir su flotación libre y sin intervenciones
indebidas. Tercero, eliminar toda la
legislación que ahora impide la libertad de empresa, de costos y de precios. El
régimen de controles administrado férreamente por el gobierno es el culpable de
la escasez y la destrucción productiva. Cuarto,
eliminar la causa raíz de la inflación que no es otra que la indisciplina
fiscal y el inmenso peso de un gobierno demasiado grande e ineficaz. Requerimos
un gobierno limitado y enfocado en resolver los cuellos de botella en cuanto a
inseguridad e invalidación de la institucionalidad democrática. Cinco, parar las expropiaciones y tomas
de empresas privadas, así como poner a producir en manos privadas la cantidad
ingente de empresas que han sido expropiadas o tomadas indebidamente. Los
lamentables saqueos son hijos legítimos de la permanencia irresoluta de estos
obstáculos a la prosperidad.
5. Los saqueos castigan a los que no son culpables. Arruinar una empresa solo
profundizará una crisis que ha sido provocada por malas políticas que además
han sido mal instrumentadas. Los saqueos reclaman una escasez y una inflación
que no son culpa de la empresa privada. Nos solidarizamos con todos los
empresarios y con sus trabajadores que han visto destruidos años de esfuerzos.
Las penurias de la población concluirán cuando se cambien las políticas y se le
permita a la empresa privada producir y generar soluciones. Hacemos un llamado
a los ciudadanos para que no abandonen el camino de la serena firmeza
constructiva y repudien el desespero destructivo que nos vuelve más débiles y
más dependientes.
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