Los comercios que venden electrodomésticos lucen menos concurridos en comparación con la semana pasada. En el interior de las tiendas el panorama es desolador: las vitrinas, mostradores y zonas de exhibición están vacías. No quedan inventarios.
Los grandes almacenes y tiendas por departamentos vendieron en sólo dos semanas los productos que habían adquirido para atender la demanda de los próximos tres meses.
Los "ajustes" en los precios impulsaron la rotación en los artículos de línea blanca como neveras, lavadoras y cocinas; así como los de línea marrón: televisores, equipos de sonido y reproductores de video.
La tienda Venelca, ubicada en Boleíta, ya no tiene productos en inventario. La mercancía que se encuentra en el depósito ya está vendida y está operando sólo para despachar lo que fue comprado.
Al momento de la intervención, hace casi dos semanas, la tienda contaban con unos 8 mil productos en el depósito. En el piso de ventas no quedan sino microondas, artefactos de cocina y algunos utensilios.
Los encargados informaron que hasta el momento no les han notificado que habrá reposición de inventarios. Desconocen cuál será el futuro de la tienda una vez se agote el último producto.
En MaxCenter, en Boleíta, también quedó casi vacía la tienda. La zona de audio y video, así como la de electrodomésticos, está vacía. En los anaqueles quedan unos pocos microondas, hornos portátiles, licuadoras, ollas arroceras y aspiradoras. Los utensilios de cocina están casi intactos.
Los empleados aseguran que los televisores, las lavadoras y las neveras se agotaron al cuarto día de las rebajas de precios.
En Mundo Samira sólo quedó la lencería y unas pocas cocinas que están vendidas.
Pablo Electrónica, ubicado en la Candelaria, vendió poco más de 5 mil productos en los últimos 12 días. La mercancía que tenía en las tiendas era la que había recibido para atender a los clientes entre noviembre y enero.
Los televisores que fueron rebajados se vendieron durante la primera semana, al igual que los equipos de sonido y reproductores de video. En el caso de la línea blanca quedan unas pocas lavadoras.
En veremos
La incertidumbre en estos comercios es la reposición de inventarios. Los comerciantes han advertido que los proveedores disponen de pocos productos para atender a todos los comercios, por lo que poco a poco fueron comprando durante el año para tener la oferta durante la época de mayor demanda que es entre noviembre y diciembre.
Algunos comercios ya han establecido comunicación con los proveedores pero están negociando los precios. Aseguran que para mantener las rebajas que ordenó el Gobierno los precios al mayor también tiene que bajar, de lo contrario será inviable reponer los productos.
Funcionarios del Indepabis, y otros organismos del Estado, han informado de manera extraoficial a los comerciantes que han sido intervenidos, que el Gobierno centralizará la importación de electrodomésticos y, por ende, los despachos a los comercios al detal. Sin embargo, esto implicaría que el Gobierno deberá contar con el dinero de forma inmediata para hacer las compras, pues las casas matrices solo financian a sus representantes comerciales en cada país, pero no harían lo mismo con el Gobierno.
Las empresas aún no han podido calcular las pérdidas que tuvieron con las rebajas de los precios. La operación de las tiendas está al día y las labores administrativas están al mínimo. Además deberán cumplir con las multas que les impuso el Indepabis y el Seniat.
En cadena
En las tiendas por departamento persisten las colas ante las rebajas de entre 30% y 70% que aplicaron en toda la mercancía.
Sin embargo, hay quienes no están contentos con estas rebajas. El sector informal del municipio Guaicaipuro, en los altos Mirandinos, reporta una merma promedio en las ventas del 70%.
"Los leggins que nosotros vendemos en Bs 600, ahora en las tiendas del centro comercial La Cascada se pueden conseguir hasta en un tercio de este precio, lo que implica una competencia desleal para nosotros que no podemos darnos el lujo de rebajar la mercancía", dijo el vendedor Nelson Guillén.
La esperanza de los buhoneros es "que se les acabe el inventario a estos negocios y entonces los clientes no tendrán más opción que voltear a vernos que sí tendremos mercancía que ofrecer".
Comentarios