Por Orlando J. Ferreres | Para LA
NACIÓN
En al año 2012 murieron 56.108 empresas. El número
de muertes en 2003 fue de 24.659 y en 2004, 17.066. En esta última década,
según el año que se tome como punto de comparación, la mortalidad de las
empresas aumentó al doble o al triple. Esta no fue una buena década para las
unidades de ocupación productiva de la gente.
Realmente la ocupación productiva de la población
se logra por medio de la institución "empresa", ya sea privada,
estatal o mixta. El Estado administrativo requiere extraerle a las empresas o
familias recursos para poder pagar sus gastos. Lo hace de manera compulsiva,
imponiéndole a la población y a las empresas "impuestos", que en la
Argentina son una mochila muy pesada que cada cual debe llevar.
El uso de esta mochila es muy ineficiente, pues el
Estado devuelve pocos servicios en relación a lo que extrae ya sea en
seguridad, justicia, educación o salud. Por eso se ha llamado al Estado
"vampiro anémico", pues chupa demasiada sangre productiva con lo cual
engorda mucho, pero es fofo, sin fuerza, burocrático y no brinda los resultados
que la población espera. Por eso hay seguridad privada, educación privada,
salud privada, pues no es confiable para muchos la brindada estatalmente.
Otros, al no poder duplicar sus gastos en estos servicios, ya que no ganan lo
suficiente para ese esfuerzo adicional tan pesado, tienen que conformarse con
lo que brinda la organización estatal.
Esta gran carga impositiva es una de las
principales causas de la mortalidad de las empresas que se van agotando de
llevar esa mochila demasiado pesada. No solo afectan a las empresas el alto
nivel de impuestos sino las continuas reglamentaciones para maniatarla, aun
cuando es la única fuente real de ocupación genuina. No se ha cuidado a la
fuente de ocupación, la empresa. El populismo, al querer solo los votos y la
simpatía inmediata de la gente, se desentiende de lo que puede pasarle a las
unidades organizativas empresarias, sin saber que son la fuente de ocupación en
el largo plazo. Como dijo un dirigente de un país desarrollado, refiriéndose al
pensamiento que rige en el estatismo: "Si la empresa gana, póngale
impuestos, si aún gana, póngale regulaciones adicionales, y si ya pierde
dinero, dele subsidios". Este podría ser el lema del populismo.
Volviendo a las empresas, veamos ahora los
nacimientos: en el año 2003/2004 la incorporación de empresas era de 70.000 por
año que, con una mortalidad de 20.000 anuales, implicaba un aumento neto de
empresas de unas 50.000 por año, una cifra muy buena. El número de nacimiento
de empresas vino declinando en esta década y en 2012 solo nacieron 55.324
empresas que, contra una mortalidad de 56.108, dio como resultado una caída
neta de alrededor de 700 empresas en ese año.
Las empresas que han logrado sobrevivir en 2012 en
la Argentina son 602.989, cuando en 2011 eran 603.703. Este es un mal signo
para el crecimiento económico y la ocupación futuras, pues no parece haber
incentivos para que las unidades ocupacionales que se animan a emprender lo
hagan en mayor medida que los que deciden cerrar sus empresas. Esta es la
primera vez, desde que se pueden encontrar estas cifras de nacimiento y muerte
de empresas, que el número de las mismas ha disminuido. Siempre había ido en
crecimiento. Atacándola continuamente y con muy poca consideración efectiva por
lo que es una empresa y lo que significa como forma clave de la organización de
la acción colectiva para la producción, los resultados están a la vista.
NACIMIENTO - MUERTES DE EMPRESAS
Estos resultados se podrían haber ido corrigiendo
si se hubiera observado, por ejemplo, que en 2007 teníamos 159.161 empresas de
1 a 3 años y que ese número de empresas nuevas vino disminuyendo todos los años
desde entonces: 154.165 en 2008, 150.231 en 2009, 137.595 en 2010, 127.859 en
2011 y el último dato, 120.260 en 2012. La tendencia del desánimo entre las
empresas jóvenes (de 1 a 3 años) no puede ser peor y nada se hizo por cambiar
esa tendencia.
Hemos perdido el gran dinamismo en la creación de
empresas que habíamos tenido en épocas anteriores, cuyo resultado inercial es
hoy un mayor número neto de las mismas, pues pasaron de 402.815 vivientes en
2003 a las mencionadas 602.989 en 2012. Este hecho positivo hay que
contrastarlo con el futuro inercial que se verá afectado en los próximos años
por la insuficiente creación de empresas nuevas en los últimos 8 años.
Estas cuestiones estratégicas no se modificarán
fácilmente, pues a la población argentina se la ha adoctrinado y cree, en un
70%, que para una mayor ocupación y para el logro de mejores niveles de vida la
solución vendrá de la mano del Estado. En definitiva, los argentinos creemos en
lo contrario de lo que nos conviene, lo cual se comprobará en el mediano plazo,
cuando puedan apreciarse los resultados finales de la aplicación de estas
políticas. Por lo tanto, a no quejarse y más bien a tratar de entender mejor la
realidad para mejorarla.
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